¿Cómo manejar la ansiedad?
Muchas veces frente a problemas o situaciones difíciles que se deben afrontar, se aconseja “relajarse”, “tomar las cosas con calma”, pero en esas circunstancias sugerencias como estas resultan imposibles o de poco valor. Cabe destacar que en dichos momentos, es común que prevalezcan sensaciones de ansiedad o angustia, que de repetirse asiduamente en una persona puede entenderse que la misma presenta un estilo de respuesta ansiosa.
La ansiedad es una emoción básica del ser humano, es decir que todos la poseen. Surge de la percepción de una amenaza o peligro y está programada filogenéticamente para la protección del individuo; puede implicar una serie de cambios corporales que preparan para la lucha o la huída en situaciones donde se percibe un riesgo de vida inminente. En condiciones habituales, puede entenderse como una emoción positiva porque prepara para la acción, generalmente “motiva para hacer”. Pero, cuando es excesiva o no se logra manejar, se puede desbordar al estilo de un río que sale de su cauce y produce severos daños en su entorno. Cuando una persona reconoce en su personalidad una base importante de ansiedad, es importante que en primer lugar la acepte y, paralelamente aprenda a modular y encausar esa ansiedad. Frecuentemente la motivación también es elevada, por lo cual se sugiere que en la rutina diaria se busquen actividades que canalicen esas energías, siendo aconsejable incorporar alguna actividad física.
Cuando la ansiedad es excesiva, se dificulta la espera en la resolución de conflictos y además, puede haber una valoración irreal o distorsionada de diversos peligros, pudiendo ocasionar una respuesta ansiosa desmedida en situaciones que no la justifican, como por ejemplo en lugares cerrados, exámenes, demoras prolongadas.
La ansiedad patológica es aquella que resulta desproporcionada respecto al estímulo que la provoca, pudiendo ocasionar limitaciones importantes en la vida cotidiana, y asociarse a diversas enfermedades psicosomáticas. Puede evidenciarse de modo persistente ya sea fluctuante o continua o como crisis de forma abrupta.
– Área fisiológica o corporal: producidas por la hiperractividad del Sistema Nervioso Autónomo, que tiene a su cargo la respuesta de alarma del organismo:
– Síntomas cardiovasculares: taquicardia, elevación de la tensión arterial, opresión en el pecho, palidez o rubor.
– Síntomas respiratorios: sensación de ahogo o falta de aire, ritmo respiratorio acelerado y superficial, dificultad para respirar.
– Síntomas gastrointestinales: náuseas, sensación de atragantamiento o dificultad para tragar, vómitos, diarreas, cólicos intestinales.
– Síntomas genitourinarios: orinar frecuentemente, dolor al orinar, disminución del deseo sexual o anorgasmia, eyaculación precoz, impotencia.
– Síntomas neurovegetativos: sequedad de mucosas en boca y lagrimales, sudoración excesiva, sensación de desmayo inminente.
– Síntomas neurológicos: temblores, hormigueos o parestesias, cefaleas tensionales, contracturas, hipersensibilidad a ruidos o luces, mareos, inestabilidad.
– Síntomas psicofísicos: fatiga intensa y agotamiento.
– Área emocional: ansiedad, angustia, inseguridad, incapacidad para afrontar situaciones, aprensión, preocupación, indecisión, miedos que pueden llevar al terror y pánico con sensación de descontrol o muerte.
– Área cognitiva: Alteración de las funciones cognitivas superiores: memoria, atención, concentración. Las investigaciones más relevantes sobre esta temática indican que el sistema de alarma cerebral de las personas que padecen algún Trastorno de ansiedad está hipersensible o hiperreactivo, produciendo descargas de noradrenalina y adrenalina que llevan a la reacción de alarma sin motivo real. Para contrarrestar esta hiperactivación, es muy importante estimular el Sistema Nervioso Parasimpático, que es el encargado de volver al organismo a sus condiciones basales o de reposo: enlentece el corazón y la respiración, disminuye la tensión arterial, relaja los músculos, brinda un sentido de tranquilidad y calma a la mente. La respiración abdominal o diafragmática puede estimular el Sistema Parasimpático y contrarrestar los efectos activadores de la adrenalina. Por este motivo resulta muy importante que las personas afectadas con un estilo de respuesta ansiosa practiquen alguna disciplina corporal en la cual se desarrollen dichas técnicas de relajación.