Libro: ¿Quién paga? El dinero en la pareja del siglo XXI.
Leni González (periodista)
RESEÑA: Ps. Lucas Machado Krauss
FAMILIA ENSAMBLADA
El número dos, el segundo puesto, la segunda parte, el segundo plato, el segundo hijo, amén de los vicepresidentes, la nueva oportunidad, los repetidores, los reincidentes y la otra o el otro, tienen mayor atractivo que el indiscutible número uno. Podrá oler a ilegalidad o chance de “siga participando”, sonará despectivo porque no le dio el piné o estimulará la revancha por el siguiente escalón de las “stepfamilies” como se llaman en Estados Unidos a las familias ensambladas.
A esta sucesión de nuevas oportunidades y sus consecuencias los sociólogos la llamaron “familias ensambladas” o vulgarmente, “los tuyos, los míos, los nuestros”, un tópico de las comedias de costumbres que se ríen de los segundos tropiezos y las mismas piedras.
A los norteamericanos, además de filmar películas y series, hace tiempo que les preocupa las finanzas sobre este tema, que ya lo denominan “mi dinero, tu dinero y nuestro dinero”
Pero, al que quiere celeste que le cueste y usted debe hacerse cargo de querer casarse con un reincidente, porque cuando usted se compromete con un socio, asume los pasivos de él, lo mismo que los activos. Usted invierte en un paquete con cama afuera con los hijos de él o más complejo aún, en un paquete con cama adentro con los hijos de ella, no solamente en los aspectos que son de su agrado, exista o no un padre biológico que colabore con los gastos de su vástago, porque madre e hijo constituyen un par indisoluble que inclina la balanza de entrada.
Usted se adapta al gusto de su cónyuge en muebles y en la elección de amigos y toma en cuenta sus errores, sus malos hábitos y sus fracasos anteriores, incluyendo el malogro de las anteriores relaciones.
La biblioteca está dividida y las apologías se reparten.
A veces el cetro pertenece a la primera esposa y su cría en desmedro de la segunda, a quien le tocan menores consideraciones y hasta la imposición de una maternidad postergada. No obstante, son muchas las versiones que muestran exactamente lo contrario: los que marcan las prioridades son la segunda favorita y sus pequeños hijos, como si la nueva familia borrara el recuerdo de la anterior.
Así como antes había hijos legítimos e ilegítimos, ahora podría decirse que en la realidad hay hijos de primera e hijos de segunda.
Generalmente los de la primera mujer son de segunda categoría porque quedan más postergados que los del matrimonio actual del varón, diferencia la abogada Gabriela Fuster, quien a diario se encuentra con multitud de familias ensambladas que tiran del saco del mismo hombre, porque es común que la segunda mujer no quiera que su actual marido siga con los gastos de su primer matrimonio, pero también es cierto que depende de cómo se posiciona cada uno.
Suele pasar con los primeros matrimonios que llevan el plus de conocerse desde chicos, se dieron otros pactos, se saben otras cosas y juntos vivieron experiencias que no pueden repetirse cuando la pareja se encuentra ya siendo adulta, de todos modos, cuando se conoce a un hombre, se tiene que entender que así es el paquete y no se puede mirar para otro lado.
Por otra parte, la socióloga Catalina Wainerman explica la diferenciada visión del trabajo: para algunas, es un espacio de esparcimiento frente a las responsabilidades domésticas y les basta con la comprensión del marido, mientras que para otras, las trabajadoras tiempo completo, la participación económica no siempre es fuente de felicidad, desean tener un proyecto económico personal.
No hay hijos de primera ni de segunda, ni mujeres de primera y de segunda, sino cuestiones anidadas que, como no se desenredan, se manifiestan de la peor manera.
Sin dudas, el fenómeno de las familias ensambladas está en expansión , provocando multitud de versiones más o menos auténticadas. Paradójicamente, aunque entre sí no se parezcan, primeras y segundas veces siempre irán de a pares, condenadas a soportarse, a gusto o bajo protesta, no hay forma de zafar y evitar que unas se lleven puestas a las otras hasta la próxima llegada.
“No hay más cuidado, los divorciados no aprenden de sus errores, la gente se enamora y se olvida y otra vez vuelve con los mismos problemas, en estas cosas, es muy difícil aprender algo”, dicela Dra. Fuster.
¿QUIÉN PAGA EN LA PAREJA DEL SIGLO XXI?
Hoy la mujer paga en vez del macho posmoderno, porque éste carece de horizonte definido y responde a valores de inmediatez, placer y presentes permanentes, propios del posmodernismo, que atentan contra el esfuerzo, el proyecto personal y el futuro. La psiquiatra Graciela Moreschi sintetiza esta idea de exploración permanente con la llamada Generación Odisea.
SEÑOR SOSTENEDOR Y SEÑORA SOSTENIDA
No falta un comunicador que diga que mujeres=mantenidas, que revientan las tarjetas de los inocentes caballeros, que solo quieren plata, que son ventajeras y despellejan a los maridos divorciados. No falta tampoco consejeras que recomiendan no atosigar a los maridos que vienen de trabajar, están cansados, esperarlos con una comidita rica y perfumadas, no reclamarle nada más, elejir otro momento para pedirles un fin de semana en Punta Indio…..
Pero hace rato que no sale de algún repollo semejante caso.
Hay mujeres que han seguido el modelo de las abuelas, las que se quedaron en casa esperando al santo esposo o las que se animaron a algún trabajito, desde modistas de barrio hasta selectas organizadoras de eventos, pero siempre dejando en manos del varón el sostén principal del hogar, mujeres acostumbradas a sonreir y tocarse el pelo mientras él empuña la tarjeta, porque así debe ser, mujeres que gustan de mostrar a otras amigas los regalos que él les hizo y adonde las llevó a pasear o cual será su próximo viaje, mujeres también criticadas por lo que hacen con la plata o calificadas por la cantidad de vestidos por metro cuadrado de placard.
Es este contexto de señor sostenedor y señora sostenida, en que ardía Troya si ella tenía el tupé de salir a la calle a hacer la suya y encima le iba bien y ganaba plata, y aún peor si ganaba más que él y pasaba de punto a banca. Mujeres a las que billetera mató femeneidad, a las que se sentían culpables de ganar más y deprimir a los maridos impotentes de tanta humillación.
SUSANITA
¿Un nuevo orden nace de los escombros del viejo?
El historiador francés fernard Braudel (1902-1985) dijo que los tiempos históricos tiene corta, media y larga duración : a este último grupo pertenecen las mentalidades y los sentidos comunes, y sin duda la idea del varón como sostén de las familias es una gran tortuga en estas épocas meteóricas. El sociólogo pierre Bourdieu llamó habitus a los modos de ver, sentir y actuar que parecen naturales pero que en realidad son sociales, moldeados a fuerza de violencia simbólica.
El papá que volvía de trabajo, la mamá que cocina y los niños que juegan a la bolita era una postal que representaba al mundo familiar tal como era conocido hasta los 60. La sociólogía especializada en cuestiones de género lo definió como modelo patriarcal : el marido es el único proveedor del hogar, a cargo de la producción económica y fuente de autoridad, mientras que su cónyuge femenino es ama de casa, a cargo de la reproducción doméstica y la crianza de los hijos.
Nacida para ama de casa y madre la chismosa Susanita representaba el paradigma tradicional,Mafalda estaba al horno con su papá único proveedor y una mamá relegada a lavar platos mientras añoraba su pasado de estudiante universitaria, y Libertad en cambio, era hija de padres modernos que trabajaban por igual y valoraban el hacer lo que a uno le gusta.
Era fácil y parecía obvio : zapatero a tus zapatos, a este modelo le correspondía una práctica, un discurso y un mandato social que nadie discutía y cualquier quiebre era visualizado como disfunción.
Él no lavaba los platos y ella no generaba dinero, él estaba para los grandes temas, ella para los pequeños y cotidianos, él tenía mayor formación educativa, ella mucho menos porque ¿para qué si te vas a casar ?. La incorporación de la mujer al mercado laboral era lo propio para las hijas, las solteras y hasta las casadas sin hijos ya que la maternidad constituía la barrera a la proyección laboral femenina.
LA ESPOSA DEL DOTOR
El modelo patriarcal de familia nuclear formado por los dos progenitores, varón proveedor y mujer ama de casa y sus hijos solteros también se desparramó, montado sobre la revolución industrial, alrededor del siglo XIX. No es el único, no es inmutable, no es eterno. Era un equipo estilo los Mosqueteros, todos para uno y uno para todos.
La idealización del hogar, la represión sexual y la abnegada maternidad se convirtieron en la marca de fábrica de las buenas chicas. Y las marcas, tarde o temprano, pasan de moda.
Al horno moderado y sostenido se derriten los hogares argentinos tradicionales en los que solo el varón ingresa dinero a la casa.
Para esas mujeres, el camino de los logros personales estaba cerrado y conquistar a un varón exitoso hacía de ellas “la esposa del doctor”, del ingeniero o del empresario, una forma de compartir el status alcanzado por el marido, cuya carrera sostenían con convicción ya que formaba parte de una sociedad conyugal indisoluble. Si bien todavía existen muchas parejas establecidas sobre este tipo de contrato, se observa que tienden a desaparecer, camino a la extinción frente al avance de los modelos “doble comando”, pero su peso aún es importante si se tiene en cuenta la variante de la esposa “que hace alguna cosita, además de lo doméstico y que aporta un sueldo complementario, pero sin la responsabilidad de manutención familiar.
Estas “amas de casa recicladas del siglo XXI” son aquellas que hicieron carrera, y un buen día, llegan los chicos y vuelcan toda su energía en la familia. Otras las que inmediatamente reemplazan el propio apellido por el del marido y matan el tiempo en el Shopping, se interesan no tanto en ser madres ejemplares sino en tener una casa de revista de decoración y placar de diva. Un tercer grupo podría denominarse el cool, porque asume la tarea con absoluto relajo y con la idea de que es algo temporal. Y por último, están las que alguna vez trabajaron, pero se casaron con señor de buen pasar y ahora se dedican a disfrutar del estatus económico recién adquirido.
Sin duda, son cada vez menos las que sueñan con ser Susanita. Antes era socialmente bien visto, ahora es ser menos y estudian hasta las que después van a colgar el diploma en el ropero.
Con capacidad para distanciarse del grupo social que las rodea, observamos a “las abanderadas de la buena esposa”, siempre sonrientes, siempre a la sombra, dispuestas para funcionar como tarjeta de presentación del marido cual apéndice de lujo. O esas bienintencionadas de puro aburridas, que llenan la agenda de talleres de arte, cursos utilísima y pseudocarreras estilo Counseling: Se reciben de algo parecido a acompañante terapéutico en dos años y medio, ahí nomás, trabajan en una parroquia o zona marginal y atienden madres con hijos que se dan con paco y maridos que las surten.
Entonces vuelven a sus casas superrealizadas, no hay lugar para que todos ganemos dinero, y ellas le han aportado al mundo.
Sin lugar a dudas son mujeres activas, que sin embargo, no tienen la menor idea de lo que significa ganarse el pan con el sudor de la frente ni con ningún otro.
Se encuentran también “las mujeres parásitas” de todo tipo que creen que todos los méritos les pertenecen y que todo lo logrado por sus maridos es gracias a ellas.
Hoy estamos en un momento de transición donde conviven modelos tradicionales con otros innovadores y entonces nos encontramos con actitudes duales y contradictorias.
La pregunta del millón:
El- ¿Cuál es tu proyecto?
Ella- Formar una familia.
El- Ese es un proyecto del siglo XIX.
Ella- Yo creía que estábamos de acuerdo……
FIFTY FIFTY
Ningún hombre de hoy en día, más o menos urbano, mundano, educado, de 20 a50 años, se deprime porque su mujer, novia o chica aporte sus dinerillos a la casa, las vacaciones y hasta la salida al cine. Cincuenta y cincuenta, hoy por ti y mañana por mí, un poco de acá y otro de allá, la paridad de bolsillos es ley y a ambas partes les parece bien.
Poniendo el acento antropológico, el sistema se acomodaba de veras 50 y 50, desde el famoso hombre que salía a cazar. Al principio era algo físico, y con el correr del tiempo ellos se quedaron con la parte divertida, lo que sucedía del otro lado de la puerta de la casa, y ellas acataban el instinto, de la crianza de la cría.
Por el eso el asunto que hoy hace ruido, es el de las empleadas domésticas y niñeras. Si las señoras tienen quien les lave, planche, cocine, desinfecte los inodoros, atienda el teléfono, cuide a los niños, ponga la mesa, vaya a la tintorería y friegue los pisos, ¿adónde está el 50 de ellas?
Porque si ellos proveen todo el dinero y además a la empleada, tiene todo el derecho del mundo a que lo escuchen cuando tienen ganas de putear.
Ahora bien, si ellas trabajan, ganan y pagan y ellos lavan, cocinan y se quejan del comportamiento de los chicos, si él es un desocupado crónico, o tal vez si así es el arreglo. Si esta química funciona o es la antesala al segundo Big Bang, depende de las parejas, depende del tiempo y las transiciones.
Según la Ps. BettinaCalvi, las mujeres más autosuficientes y lanzadas se quejan en el consultorio de que él no les traiga rosas o les abra la puerta del auto.
Hoy, a hacienda está mezclada y el mapa de ruta se perdió. La respuesta a ¿quién paga ? no es una sola, obligada y establecida. Terreno de matices, el estado de la cuestión entre parejas y dinero es un collage de casos que le soplan el polvo a los modelos obsoletos que todavía algunos consideran paradigmas de conveniencia.
Porque todos formamos o formaremos parte alguna estadística en la que nos sentiremos más o menos identificados.
MUJERES TANQUES
Pero alguien escupió el asado. Pueden echarle la culpa al neoliberalismo que empezó en los 80, se acentuó en los 90 y explotó a principios del segundo milenio.
Según la socióloga Catalina Wainerman, en el área metropolitana de Buenos Aires, entre 1980 y 2001, el modelo tradicional decreció, se pasó en dos décadas, de siete a cinco único proveedor varón de cada diez hogares. Y a su vez, de dos y medio hogares con dos proveedores, se pasó a más de cuatro.
Pero lo más interesante es el aumento de la mujer como principal proveedor, papel que creció 15 veces en el mismo período, grupo denominado « hogares de mujeres tanques », y que la investigadora Rosa Geldstein estudió y dio a conocer ya en los 90 con los nombres de « principal perceptora de los ingresos del hogar », « principal proveedora », « principal sostén del hogar ». También suele usarse el término « jefas de hogar », pero Geldstein prefiere llamar con fines analíticos « jefas de hogar » a las mujeres solas, sin cónyuge varón presente en el hogar y que, en la mayoría de los casos y si tiene hijos menores a cargo, son al mismo tiempo las principales proveedoras pero no necesariamente.
Con más o menos precisión en el uso de estas categorías, el título « jefa de hogar » quedó condenado al éxito gracias a la crisis del 2002 que dejó en la calle al 21,5% de la mano de obra, pico de desocupación.
Cuando una pareja se une es porque seguramente querrán hacer algo juntos. Y querrán porque, en principio, esa unión supone un futuro o , al menos el inicio de un camino en pos del mentadoproyecto compartido, esa entelequia que los abuelos nunca tuvieron que desentrañar porque venía envuelta en el mismo paquete del casamiento. Pero que los hijos de esos abuelos, especialmente las hijas, debieron definir cuando quedaron de a pie en mitad de ruta y que los nietos con cuidado repasan una y mil veces hasta saber si el mío es compatible con el tuyo.
Los vínculos familiares actuales son más simétricos que antes y eso produjo grandes cambios psíquicos en las generaciones de jóvenes y adultos, especialmente en menores de 40 años. El vínculo de igual a igual, internalizado con los padres, provoca fuertes ansiedades fóbicas a la hora de armar una pareja, que son experimentadas como asfixia, aburrimiento y gran temor al compromiso.
Por eso, el establecimiento de economías separadas daría a la pareja, en su imaginario, un mayor margen de libertad y autonomía, ya que podrían fantasear con que permanecen solos aún conviviendo bajo un mismo techo, dice la psicóloga y socióloga Claudia Messing.
El hecho de que las parejas, cuando ambos son ocupados, tengan cada uno su cuenta no significa necesariamente la presencia de economías separadas, en tanto ambos comparten el total de los ingresos y consensúan los fines comunes e individuales.
Pagar un alquiler en lugar de dos o vivir con un sueldo y ahorrar el otro son decisiones que seguramente el FMI aprobaría por racionales. Como una auténtica pyme, estas parejas ponen el hombro y todo lo que cargan sobre él para salir adelante cual inmigrantes de posguerra. Cada uno trae lo suyo : empleo, changa, dote familiar o bolsa de dormir, pero también aquel proyecto compartido que habrá que meter con fórceps enla Santísima Dualidad.
EL ENOJO DE LOS DIOSES
Para las mujeres, suele ser la maternidad el momento del parate laboral, licencia sin goce de sueldo, de hasta seis meses y que puede solicitarse después de los tres meses reglamentarios, aunque por otro lado, esa quita se compense en parte en el balance familiar ahorrando niñeras.
Admite discusiones equiparar el nacimiento de un hijo a concretar el curso de tap que siempre quiso hacer pero, en todos los casos y por el motivo que sea, se trata de decisiones consensuadas, en especial cuando salen bien o no se extienden demasiado en el tiempo, y sobre todo cuando son o prometen ser potencialmente recíprocas.
Pero tanta disciplina enojó a los dioses y él quedó en la calle, Crisis es oportunidad alientan los manuales del reciclaje humano que ellos nunca leyeron pero que, ahora o nunca, coincidía con su apuesta. Con aval de la consorte, el indemnizado decidió no volver a buscar trabajo, sino quedarse en casa. Claro que fue toda una movida porque el sueldo era importante, pero con el de ella, algo de sus colaboraciones, los ahorros que tenían y achicando gastos, se podía aguantar hasta que saliera algo bueno. En las manos de ella, eso sí, quedaba la entrada segura.
No hay tufillo a falsa modestia ni a madre abnegada, para ella, es una decisión tomada a partir de las ventajas comparativas.
¿Porqué no hablás con Alfredo ?, es tan inteligente, tiene mucho potencial que no aprovecha, es una pena, le pidió Adriana a un amigo psicólogo.
« La que tiene que ir sos vos porque él no tiene ningún problema ni quiere revisar nada. Vos querés que cambie, así que vos sos la que tiene que ir a terapia a ver si tenés ganas de estar con un tipo así o no », respondió el licenciado, con la misma honestidad brutal que muestra ella para revelar el malestar que ronda su hogar y danger su cabeza.
Otras se quejan, que quieren que el marido genere más guita y la amiga le dice : ¿y por qué no la generás vos ?. Porque es machista pensar así y todavía pasa en nuestra generación.
Para la escritora Lidia Heller no hay modelos abstractos ni una única forma de lograr el equilibrio de roles : las relaciones personales son complejas y privadas de cada individuo y responden a circunstancias concretas de los diferentes contextos en distintos momentos o etapas de sus vidas.
La psicoanalista Irene Meler, dice que las glamorosas vidas de película no abundan escaleras abajo, si él va a ser amo de casa, papá full time, trabajador temporal o artista pour la gallerie, tendrá que llevar ese combo hasta el final, de lo contrario es estafa. No es optimista, esa supuesta democratización e intercambio de roles puede esconder una actitud pasiva y extractiva, una forma encubierta de explotación, quizás inconsciente o involuntaria por parte del varón. Esa mujer termina, en general, sobrecargada de trabajo porque se sigue ocupando de todo. Cuando de verdad las relaciones en la casa, a nivel doméstico, sean igualitarias, será creíble.
– En casa mi mujer se ocupa de todo.
-¿Y vos ?
-Del resto
(Tute-La Nación)
La convivencia duró dos años, y en el reparto de bienes, Adriana se quedó, otra vez, con su segundo diploma de la fuerte, la luchadora, la que todo lo puede.
La psicóloga Meler insiste en leer la letra chica de las novelas rosas y las retitula con el dramático « los tiempos del desencanto ». En algunos casos, la estrategia para superar la amenaza de soledad o maternidad es una especie de reciclado de la subordinación de género acotada al ámbito privado.
Peter Pan suele ser esquivo con las niñas que pasaron los treinta, la alarma de la maternidad suena con un ultimátun inexorable al que hay que responder pronto, pero el juego de papá, mamá y los nenes se complica demasiado.
Así como algunas jóvenes disimulan sus credenciales universitarias a la hora de seducir, al elegir pareja impostan una dependencia que no existe de modo efectivo y aceptan varones con menores atributos fálicos de lo que sus aspiraciones demandan.
Las relaciones tradicionales entre los géneros puede modificarse con mayor facilidad en el ámbito público, y por el contrario, es en el terreno de la intimidad amorosa, del deseo, donde el nexo entre erotismo y dominación resulta más resistente al cambio. Esto se expresa en lo que comúnmente se denomina una cierta necesidad de admiración hacia el varón, que sustenta el deseo femenino. Pero admirar no es tarea fácil para mujeres que han obtenido considerables logros personales y que encuentran varones severamente fragilizados.
Un novio divertido, bohemio o puro corazón no tiene por qué reconvertirse en un buen marido.
En la historia de la humanidad, siempre una minoría, la de los artistas, fue sostenida por la mayoría, los que no lo son, dinero y arte son contrapuestos. La historia de la humanidad está llena de artistas que se ganaron el pan o que pasaron hambre en serio.
El artista tiene que ser un trabajador en lo suyo y no un artista de la manipulación, y si hay lástima, como decía una tía : « ya no sirve »
La mujer ha tomado definitivamente parte de la responsabilidad económica del hogar, pero esto ha sido acompañado por cierta nostalgia de un pasado mejor. Es que la mayor presencia en el mercado laboral se ha vivido en parte como una elección pero también como una obligación e incluso un resguardo ante las inestabilidades de la pareja.
La conjunción de las obligaciones de la vida laboral y familiar, en un marco de incertidumbre, produce sensaciones de agobio.
Por otro lado, el ideal familiar sigue muy presente, especialmente después de los treinta, chocando con la idea de un hombre pasivo, correlato de la avanzada de la mujer, lo que se traduce en dejos de nostalgia por un hombre más caballero-activo.
DIVORCIO: “LA DEJADA Y EL DEJADOR”
Los matrimonios antisísmicos están muertos.
La leyenda negra del divorcio a la argentina cuenta que los ex maridos con suerte alquilan un dos ambientes de mala muerte con un cajón de manzanas por mobiliario, el resto va a parar a una pensión o directamente “vuelve vencido a la casita de los viejos”
Despojados de bienes y familia, manejan un taxi en sus horas de descanso para pagar la cuota alimentaria, mientras sus hijos y “ella” permanecen en la casa dándose la gran vida, seguramente junto a otro que les ocupa el sillón.
Por supuesto que sí, que esto pasa, sin embargo, las estadísticas hablan de otra realidad opuesta a la fama de rapiña de las separadas.
Según un estudio publicado en el 2009 porla Universidadde Essex, Gran Bretaña, el divorcio perjudica mucho más a la mujer que al hombre. Mientras ella se empobrece, él puede hasta triplicar su fortuna, además de formar una nueva pareja mucho más rápido. La desigualdad se debe a que en general, las madres quedan a cargo de los hijos, en una situación de mayor vulnerabilidad y dependencia. Será por eso que muchas se aguantan, porque no tienen adónde ir o porque son cómodas y no quieren perder estatus.
Pero preferimos las otras historias, las que llevan la contra, las antioficiales, las que no caen en la misma olla donde se cocinan los supuestos.
Entre el que deja y el dejado hay diferencias que muchas veces se reflejan en la discusión por los bienes.
Con o sin hijos, decidir romper la relación porque simplemente se terminó el amor conlleva la marca del culpable.
Ni bien ella decide separarse, pierde todo, y él pasa de proveedor y regalero a usar el dinero como herramienta de poder. Si se queda está todo bien y puede seguir disfrutando de todas las cosas, pero si se va, pierde todo.
Bajo protesta, él se va a la casa de sus padres, mientras ella y su hija de dos años se quedan en la propiedad que la pareja acababa de comprar con un crédito. El castigo para ella es seguir pagando las cuotas sola.
Empiezan las cuentas donde se suman y se restan manzanas con melones por la culpa del que deja.
Cuando las familias se conocen parece todo encajar, porque el papá le había comprado un departamento al hijo para que viviera con su legítima esposa. Ella aporta mucha plata que valorizó la propiedad pero nadie le dio un papelito donde se reconociera algo.
A veces nadie, a lo sumo, uno abre la puerta para empezar a hablar de lo que el otro no se animaba. En especial si no hay hijos ni grandes negocios, cuando el amor se termina no hay razones para continuar, pero lo que pervive, siempre humeante, es lo dado, una cuenta que la mayor parte de las veces llevan las mujeres e ignoran los varones.
Las evidencias recogidas a partir de diversas investigaciones cualitativas permiten manejar la hipótesis de que muchas disoluciones de vínculos conyugales tendrían su origen en la contrastación entre las expectativas de roles genéricos que tenían el hombre y la mujer al formar una unión, por una parte, y la posibilidad real de cumplirlas en el contexto actual.
Cuando las personas comienzan a convivir, parecieran que olvidan las ocasiones agradables y divertidas que compartieron durante el noviazgo. Entonces, surgen los quiebres. ¿Pero qué es lo que ocurre realmente?
Cada uno de ellos trae a la convivencia creencias, pautas de vida y una educación familiar. Con todo ello, impregnan el vínculo.
Desde esto paradígmas es que se hacen una idea de cómo desean que sea su pareja. Así construyen una imágen del otro, pretendiendo que esa persona sea tal cual ellos quieren, por lo general “igual a mí”
A partir de esas creencias, cuando buscan establecer las reglas para convivir (desde cómo utilizar el dentífrico hasta cómo distribuir la economía), le hablan a la imágen y no a la persona real. El suponer qué piensa el otro o fantasear sobre sus aspiraciones provoca malos entendidos. Cuando uno ansía que el otro se maneje con nuestros mismos pensamientos, percepciones, criterios y valores, y esto no se da, aparece la decepción, se desvanecen las expectativas y se quiere recuperar el espacio propio
Para el chimento del barrio y la oficina, él se fue y la dejó sola con un nene de cuatro y una beba de meses. No estaría mal para telenovela venezolana de la tarde “La dejada”, interpretada por la sufriente y quejosa víctima que mira en derredor buscando sus despojos.
Ni zapatos nuevos, ni sexo en la cocina, ni escapadas a la costa, él se fue en búsqueda de la felicidad perdida, mientras ella practicaba orgías de puré de calabaza y óleo calcáreo.
El divorcio, de alguna manera, legitima el egoísmo, definición válida para cualquiera que, por decisión propia o impuesta, se quede en la mitad de la ruta con la mochila más pesada, pero de tortugas y liebres están llenos los caminos del matrimonio.