Nota recomendada por el Dr. Ernesto Rathge, Fundador y Director científico de Red Psicoterapéutica.
Imagen por Tim Lahan
Leemos en The New York Times un artículo del Dr. Brandon Guadiano PhD sobre psicoterapia en el que comenta que en EEUU desde 1998 a 2007, el número de pacientes que recibían psicoterapia dentro del sistema de salud cayó un 34% mientras que el número de pacientes recibiendo medicación creció en un 23%.-
Y esto a pesar de que en más de 33 investigaciones, pacientes no afectados por trastornos psiquiátricos pero con diversos síntomas psicológicos expresaron sus preferencias por la psicoterapia y de investigaciones -como las del Dr Jonathan Shedler sobre la eficacia de la psicoterapia psicodinámica en el tratamiento de la depresión, ansiedad, fobias y un gran espectro de trastornos psicológicos.-
Porque queda claro que debido a sus efectos colaterales los psicofármacos debieran ser tomados como alternativas, solo si son necesarios para mejorar el contexto de la psicoterapia o si esta no funciona bien debido a la naturaleza de la patología.
Entonces, ¿Cómo se explica esa diferencia entre lo que la gente prefiere o los beneficios que otorga y lo que en verdad sucede?
Según Guadiano, se trata de un problema de imágen.
En el sistema de salud, los profesionales de atención primaria, las aseguradoras, los responsables políticos o incluso muchos psiquiatras desconocen el alto nivel que existe en investigación sobre psicoterapia.
Por el contrario, la industria farmaceútica tiene el dinero suficiente para mantener el marketing farmacéutico e innovar participando en foros en las redes sociales para promover medicamentos o es capaz de sostener la investigación de base biológica y rigurosa todo el tiempo que sea necesario.
Los pacientes se beneficiarían si pudiera existir un equilibrio entre la investigación de ambos temas.
Esto no significa ir en contra de la utilidad de los psicofármacos sino que se trata de evitar la generalización de su uso, el aumento del gasto en salud y el fracaso de una incorrecta prescripción.
Una revisión sobre los estudios realizados avala sin lugar a dudas el uso de la psicoterapia a corto plazo y la mejora de los resultados a largo plazo para pacientes y sus familias tanto en su integración social como en la prevención de recaídas.
En el caso de muchas enfermedades psiquiátricas, la asociación de la psicoterapia + medicación reduce los costos de la atención secundaria porque evita la cronificación y las demandas por incapacidad.
Quizás este sea el argumento más potente en un contexto de crisis económica en el que es necesario reducir gastos para mantener servicios y en el que las políticas de salud mental se encuentran gravemente amenazadas. Reducir las internaciones, las consultas en atención primaria mal diagnosticadas así como el gasto en psicofármacos es un objetivo con el que nadie puede estar en desacuerdo.
Dice Guadiano: “La psicoterapia enfrenta una batalla en lograr que este tema sea público. No existe un “Big Therapy” enfrentado al “Big Pharma” con sus billones de dólares gastados en hacer lobby, publicitar e investigar”.
Por ejemplo, una encuesta realizada en 2008 en EEUU, arrojaba como resultado que casi la mitad de los habitantes decía estar afectada por algún trastorno de la clasificación DSM-IV, casi la cuarta parte había consumido antidepresivos y se prescribían 200 millones de recetas anuales para tratar la depresión y la ansiedad.
Las farmaceuticas han podido invertir entre 2000 y 2007, 1,6 millones de dólares en las investigaciónes del Dr. Biederman sobre el trastorno bipolar en niños cuyo diagnóstico se disparó en un 400o%. Encontrar semejante cantidad para investigar en el campo de la psicoterapia parece poco probable.
El hecho de que los psicofármacos tengan detrás estudios científicos lleva a que las aseguradoras cubran el gasto en medicamentos y no contemplen en el mismo nivel a la psicoterapia, lo que origina un círculo vicioso porque tampoco el médico generalista ni el especialista está informado acerca de la utilidad de su prescripción.
Pero la psicoterapia también tiene sus “problemas internos” porque muchos no formados como psicoterapeutas y muchas veces ni siquiera como profesionales de la salud contribuyen a agravar el problema al desconocer las psicoterapias surgidas de un marco teórico reconocido y con estudio de casos contrastados y en su lugar proponer ideas extravagantes y de perogrullo instalando una confusión que se parece mucho al viejo dicho “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Hasta ahora no ha existido un debate abierto y serio entre los psicoterapeutas acerca de cuales terapias son eficientes y eficaces y en que caso aplicarlas porque, desde luego, no todas sirven -siempre- para todo. En su lugar proliferan los “resultados extraordinarios” de las más diversas estrategias que muchas veces dicen tomar este o aquel concepto de alguna teoría para armar respuestas poco consistentes pero mucho más “vendibles”.
Esta claro que es necesario una “puesta al día” tanto desde la Universidad como desde las Asociaciones Profesionales que permita poner este tema sobre la mesa. Se trata de reclamar recursos para investigación, pero también de elaborar programas de formación serios y amplios y también se trata de poner el cascabel al gato y denunciar el intrusismo y la banalidad. ¿Un cambio de paradigma? casi seguro que sí.
En EEUU la American Psychiatric Association que tradicionalmente ha promovido la medicalización como tratamiento de 1º elección, lleva publicando guías con recomendaciones sobre tratamientos y psicofármacos desde hace dos décadas y en cambio la American Psychological Association, que promueve el abordaje psicoterapéutico solo recientemente ha organizado un comité para comenzar a desarrollar guías de tratamiento.
Quizás no sea ya tan escandaloso pensar en que las organizaciones profesionales de psicólogos (y las especialidades médicas relacionadas) debieran dedicar parte de sus recursos a tratar de influir en los responsables políticos acerca de estos temas así como a elaborar campañas de marketing dirigidas a los prescriptores como aseguradoras y médicos de atención primaria y por supuesto al público en general.
Tampoco pueden ya eludir el deber de posicionarse para evitar que la psicoterapia sea terreno de corsarios y asumir su obligación de complementar la formación avanzada de sus asociados o colegiados.
Si el diseño de servicios de psicoterapia, tanto en su aspecto teórico y técnico como ejecutivo (presupuesto, viabilidad económica) no se sostiene en investigación y “casos de éxito”, seguramente seguirá siendo desplazado por políticas medicalizadas “basadas en la evidencia” y se verán parasitados por las más variadas practicas.-
El trabajo de los psicólogos como psicoterapeutas de pleno derecho y su rol dentro del equipo de salud como algo más que simples “pasadores de tests” ya hace tiempo que ha alcanzado standares de madurez. Ahora es necesario luchar por su imágen.-
Selección de artículos recomendados por el Dr. Ernesto Rathge, Director Científico y Fundador de Red Psicoterapéutica. Coordinador General del Curso Psicoterapias Resolutivas Focalizadas Nivel 1 y 2.