Autora Reseña: Patricia Gascard
Texto adaptado El “NO” es la palabra que más repite el adulto en los primeros años de vida: no te subas, no toques, no escupas, no se hace Podríamos seguir con una larga lista en la que casi todos nos encontramos reflejados de una u otra forma. Pero cuando el niño pequeño dice NO ¿los adultos comprendemos qué significa esto para ellos?
Pensemos esta situación, en la plaza un deambulador que investiga, recorre y toca todo lo que ahora está a su alcance. A la par que le decimos NO te subas, él unos minutos después nos desafìa no queriendo bajarse de allí, nos mira y él dice NO…
Ha empezado a dar sus primeros pasos hacia la separación y autonomía. No, es una palabra esencial en su lucha por hacerse un individuo inaugurando su identidad con ideas propias.
Podemos asegurar que en este momento evolutivo esta palabrita tiene un gran valor para poder progresar y aprender a hacer las cosas por sí mismo, y que para conseguirlo, tiene que defenderse del deseo de sus padres y/ o maestros de hacer las cosas por él.
Esto puede significar desarrollarse de una manera que no es la que los adultos habían imaginado pero este es un momento fundamental. Al niño necesita descubrir por sí mismo cuáles son sus capacidades y recursos, acompañándolo desde nuestro lugar de adultos como referentes de seguridad y cuidado.
Esto significa escucharlos y también hasta donde sea posible, tomarlo en serio cuando dice “no”. Respetar su inclinación natural negarse, significa empezar a afianzar su seguridad, sus límites, comenzando un proceso de diferenciación entre su interior y el exterior.
El niño por su condición, de dependencia necesita absolutamente de nuestro amor y aprobación, Si rechazamos su no, puede hacerse demasiado obediente anulando progresivamente su deseo de investigar, aventurarse y asombrase o, por el contrario puede convertirse en un contestatario y obstinado…casi un “tirano” con el que luchamos todos los días.
Si les preguntáramos a la mayoría de los padres y/o maestros, acerca de qué desean para los niños, casi todos coincidirían en que quieren que sus hijos o alumnos al crecer, desarrollen una voluntad propia, que sean libres y felices.
Entonces ¿cómo podemos fomentar estas habilidades sociales para que ellos puedan aprender las y disfrutarlas?
Si reprobamos su autodeterminación, los chicos pueden sentir que son malos y poco merecedores del amor de los demás. Si les prohibimos enojarse o decir que no, les enseñamos a ocultar sus sentimientos y reprimir sus expresiones dañando su autoestima. Con nuestra flexibilidad de pensamiento, es posible que decir no comience a generar en nuestros pequeños, un sentimiento de autonomía y potencia, gérmen de la futura independencia.
Fuente: http://www.educared.org.ar/infanciaenred/Educrianza/2007_02/pregunta_nueva.asp [consultado 24/03/07]