LAS PARADOJAS EN LA PAREJA MATRIMONIAL* *
Janine Puget *
La autora recibio el premio Mary Sigourney Award 2012 por destacadas contribuciones al Psicoanálisis
RESUMEN
El presente trabajo estudia el tema de las paradojas en la pareja matrimonial, considerándolas como estructurantes del vínculo. Se examinan las paradojas de: obligación de pertenecer-opción de elección; fusión-separatividad; y recibir lo robado-dar lo que le arrancan. Se diferencia paradoja de conflicto, en tanto posibilidades de resolución. La tensión provocada por la presencia inevitable de las paradojas en la pareja matrimonial, es vista tanto como generadora de síntomas como de posibilidades creadoras.
Palabras clave: pareja matrimonial – paradoja – conflicto
Key words: married couple – paradox – conflict
Las paradojas estructurales
El tema de Ias paradojas ha sido abordado desde diferentes marcos teóricos, y por lo general, en el intento de explicar modalidades vinculares productoras de efectos específicos. La escuela de Palo Alto (1967), Searles (1959), Winnicott (1971), Anzieu (1975), Racamier (1978), Roussillon (1991) y muchos otros han abordado esta problemática desde ángulos que han permitido esclarecer cuestiones clínicas, cuestiones técnicas y cuestiones teóricas.
Bleger ha encarado el tema de las paradojas al proponer el concepto de ambigüedad. Corresponde, desde esta teoría, a un componente primitivo de la personalidad que se mantendría siempre en actividad. En él, la contradicción no es conflictiva y tan solo deviene conflicto cuando un otro lo denota.
El referente empírico de dicho aspecto primitivo es el que se revela en aquellas personas que se manejan primordialmente con funcionamientos ambiguos. Cuando estos se dan en un vínculo, éste se organiza de tal modo que uno de los miembros del mismo sostiene sin conflictos una contradicción produciendo en el otro malestar o confusión. También puede ocurrir que ambos miembros sostengan sin malestar una ambigüedad y causen confusión en un tercero, como sucede por ejemplo en familias en las cuales el tercero confundido es el o los hijos. En la transferencia- contratransferencia el analista es el tercero capaz de experimentar confusión o algunas veces, sin darse cuenta, sostiene con su paciente un dilema donde coexisten contradicciones que generan distintos tipos de impasse. En este caso el indicador tendrá que ser detectado por algún otro, como puede ser un supervisor.
A la luz de la teoría vincular es un concepto potencialmente rico en consecuencias. Sin embargo, para comprender el alcance de este fenómeno puede ser útil explicitar to que entiendo por paradojas en el marco teórico en el cual me manejo, o sea el que toma en cuenta la construcción de la identidad de un sujeto inserto en sus vínculos.
Emplearé el concepto de paradoja como equivalente a un tipo de dilema que encierra una contradicción, la que a su vez es definitoria de un vínculo y por lo tanto inherente a la constitución del sujeto. Dicho dilema tiene entonces como característica que el contener términos contradictorios sea condición necesaria de una configuración vincular. El intento ilusorio de resolver el estado de tensión creado por la paradoja promueve tanto el crecimiento vincular y el deseo de conocer como el estancamiento y parálisis cncerrante.
Entonces sea la paradoja constitutiva de una estructura o pertenezca a una parte primitiva del aparato psíquico que nunca desaparece, en ambos casos lleva a considerar la existencia en la mente y/o en los vínculos de aspectos contradictorios.
Diferencia entre conflicto y paradoja
Tiene un interés teórico y clínico diferenciar conflicto y paradoja. Por conflicto entiendo la presencia de tendencias opuestas cuya solución dependerá del encuentro de fórmulas donde se articulen con mejor o peor suerte los pares de opuestos. La solución de un conflicto tiene que ver con una transacción y con algún tipo de decisión donde prive un elemento sobre otro. Los conflictos creados por la pucsta en acción de tendencias de amor y de odio hacia una misma persona se resuelven mediante la creación de un estado que posibilita la articulación de ambos, como por ejemplo la ambivalencia hacia un mismo objeto y sus derivados. O también ciertas situaciones o estados donde lo que es placer para una instancia es displacer para la otra, etc.
En cambio el concepto de paradoja lleva a sostener la existencia simultánea de un par de opuestos como condición necesaria de una estructura siendo su solución imposible, no porque no la tenga sino porque el tema no es la solución por reducción sino la utilización dinámica de la misma. La paradoja crea un estado de tensión necesaria y todo lo que es pensado como solución encubre o la disolución de la estructura, o la creación de un ideal que anularía la tensión insoportable, anulando uno de los términos contradictorios.
Se suele hablar de distintos tipos de paradojas pero solo tomaré en cuenta las paradojas lógicas y las paradojas lingüísticas.
Lo que se entiende por solución de una paradoja lógica, o sea de la coexistencia de una afirmación y de su contrario, lleva a la necesaria creación de otro nivel que abarque a ambos. Ese otro nivel interrumpc la circularidad del planteo. Por ejemplo no se puede pertenecer y no pertenecer a una misma clase siendo entonces necesario crear otro nivel lógico que abarque tanto a los conceptos que pertenecen como a aquellos que no pertenecen a la misma clase. Todo enunciado que prctende que A pertenece a una clase y No A pertenece a la misma clase es una paradoja lógica. La solución se encuentra en la creación de un metalenguaje que contenga el A y el No A.
En lo que se refiere a las paradojas lingüísticas según las cuales la afirmación incluye su negación, en el discurso de los pacientes y en este caso de las parejas tenemos numerosos ejemplos: “Te impongo ser espontánea”, “Sé que mentís pero contame la verdad”, “Contame todo”, son algunas de las paradojas clásicamente citadas. Es posible sustentar que las paradojas lingüísticas tienen su fundamento en las paradojas lógicas constitutivas del vínculo.
Las paradojas producen síntomas o por lo contrario crean un estado dinámico que da acceso a otros desarrollos. Es importante detectar aquellos síntomas que tienen como fuente las paradojas fundantes o que se expresan con paradojas lingüísticas. Para abordarlas técnicamente será útil tomar conciencia que la contradicción es inherente a la formación del vínculo.
Roussillon estudió el tema de las paradojas, en especial aquellas incluidas en la teoría de Winiccott. Además se ha ocupado de paradojas a las cuales postula como paradigmáticas de algunos cuadros psicopatológicos. Este autor menciona la “paradoja de la culpabilidad de la inocencia” a la cual presenta como la organizadora principal de la Reacción Terapéutica Negativa y de la necesidad de castigo. También se ocupa de la paradoja del “amor destructivo” como centro de las transferencias pasionales, y de la paradoja del “recuerdo de lo quo no fue experimentado” que concierne a dos modalidades paradojales de las transferencias narcisísticas.
Es posible que futuros estudios nos permitan detectar paradojas a partir de las cuales sea posible definir otros cuadros psicopatológicos.
La pareja matrimonial como vínculo paradojal
Ahora me interesa insistir acerca de las paradojas fundantes y por lo tanto inevitables para la constitución del vínculo matrimonial. De ellos depende a veces un cierto malestar o desesperanza o por lo contrario sentimientos de omnipotencia cuando desde algún lugar se supone factible encontrar soluciones. Este supuesto se torna exigencia que toma a veces un tono torturante. De las paradojas también depende una de las dificultades de la vida en pareja, la inestabilidad y pasaje brusco de un estado a otro, y la ilusión que el lograr constituir una pareja matrimonial resolverá el malestar vinculado con un sentimiento de soledad. Este anhelo se malogra cuando reaparece la vivencia de soledad compartida llevando a maltratar, destruir y despreciar lo que supuestamente es motivo de la desilusión.
De la paradoja también depende la fragilidad del erotismo en su doble condición de permitido y prohibido.
La pareja matrimonial es aquí pensada en tanto entidad psicoanálitica a la cual defino como una estructura inconsciente donde las posiciones de esposo y esposa están interrelacionados por reglas de funcionamientos primarias. La pareja matrimonial que conocemos como tal da cuenta de una estructura inconsciente en la que los lugares de esposo y de esposa habrán de ser llenados por personajes reales. En la medida en que esta estructura inconciente es la que tiene a su cargo organizar y resolver de una particular manera el tema de la diferencia de sexos y de todo lo que ella implica para el logro del placer, para el establecimiento de la continuidad genealógica y para la construcción permanente de la identidad sexual, es natural pensar que pueda ser considerada como una entidad psicoanalítica necesaria. Ello no implica que ocupar activamente un lugar en ella sea la única vicisitud posible.
No he visto aún en mi consultorio un análisis individual, de pareja, de familia o de grupo que transcurra sin que aparezca en positivo o en negativo el tema de la pareja, de la vida sexual y de la construcción de un cierto tipo de intimidad que se base en el intento de conocer el secreto de la escena primaria o, dicho de otra manera, en la puesta en actividad de las fantasías originarias estructurantes de la vida vincular.
Secreto que por definición no puede ser develado porque es imaginario. Nunca se conocerá el secreto de la escena primaria ni del goce del otro sexo ni del interior del vientre materno.
Todo vínculo se forma sobre una paradoja, pero hay a1gunas que son especificas a determinados encuadres y además adquieren en ellos significación propia. Para que un sujeto pueda optar por ocupar efectivamente un lugar en la estructura matrimonial es necesario que haya en su inconsciente una representación de la pareja que, como ya he mencionado en otros escritos, he llamado también el objeto pareja. Ese objeto pareja habla de transformarse en objeto pareja compartido, lo que en sí requiere la puesta en actividad de mecanismos paradojales; compartir lo incompartible.
La pareja como entidad clínica se nos aparece a veces como un espacio donde lo insoportable no se comporta como tal, donde el maltrato no lleva a la ruptura del vínculo, donde lo que fue elección se transforma en obligación, donde lo prescindible se torna imprescindible, donde el amor pasional incluye destructividad y al mismo tiempo es fundante del vínculo, donde la estabilidad se torna deterioro anulando toda creatividad, donde la sexualidad permitida impotentiza y se opone a lo erótico, donde el tema de la libertad y dependencia se organizan abriendo líneas opuestas, donde por fin la obligación de pertenecer y la posibilidad de elegir tienen su máxima expresión y simultáneamente se tornan fuente de la patología diaria de las parejas.
Las paradojas inherentes a la pareja tienen como condición de producción que el marco estable impida a sus miembros “salirse” de éste. Por lo tanto, el marco estable imprime a algunas afirmaciones contradictorias su carácter de “sin salida”. Cuando la no salida resulta fuente de una angustia insoportable se intenta paliar dicho malestar. Entonces surgen soluciones tales como un salirse que no es un salirse sino un ubicarse en un espacio “fuera”, calificado como de infracción o transgresión a los principios reguladores de la pareja. Por ejemplo un intento de solución a un malestar vincular posible de ser considerado paradigmático, es la institución simultánea de un doble encuadre, el de amante y el matrimonial, lo cual es pensado como infidelidad.
Obligación de pertenecer – Opción de elección
Se crea la ilusión de poseer una representación a la cual se llama “la pareja”. Es asi que los esposos hablan de su pareja como si fuera algo que existe mas allá de los miembros que la componen. Los amigos invitan parejas, se habla de lugares para parejas sin que pareciera importar la particular modalidad de la misma.
Una proposición derivada de la cuestión de la pertenencia y a la cual considero fundante es la obligation de pertenecer y la simultánea opción de elección, lo que equivale a decir que elegir es una obligación. “Debo elegir lo que me obligan a aceptar”.
Es obligatorio ocupar un lugar y por lo tanto pertenecer a la entidad pareja siguiendo modelos impuestos, y al mismo tiempo es obligatorio elegir cómo pertenecer desobedeciendo los modelos impuestos y creando nuevos. Es obligatorio, puesto que la representación pareja proviene de tres imposiciones: social, intersubjetiva y pulsional, pero es imprescindible desobedecer dichas imposiciones para poder elegir y para que se efectúe el pasaje de la endogamia a la exogamia. Por des-obedecer entiendo elegir fuera del marco de lo impuesto. Pero esto es un imposible dado que se pertenece por definición a un impuesto. El arte para resolver esta paradoja sin solución consiste en crear otro espacio donde hacer suyo desde el deseo lo que en otro momento solo es conocido como impuesto. Ni someterse totalmente a modelos conocidos ni rehusar totalmente dichos modelos.
Hay parejas matrimoniales que resuelven con más eficacia este dilema y otras que terminan siendo una prolongación, con poca transformación, de la familia de cada uno de los esposos. Como en la práctica esto resulta casi imposible sin grandes resignaciones de aspectos vitales, el intento de lograr evitar las rupturas necesarias producirá síntomas.
Propongo que en el vínculo de pareja la paradoja: pertenecer y no pertenecer puede ser abarcada con la creación de un concepto que contenga a esposos ya no-esposos, concepto este último que difiere del de solteros. Dicho concepto es el de pareja matrimonial cuando es empleado como una entidad abstracta que vive más allá de las personas que la ocupan y que contiene todo lo que en la pareja corresponde a lo no-esposo/a en tanto negativo de esposo/a. Ello tiene que ver con el admitir que en un vínculo matrimonial hay aspectos compartidos y compartibles y otros no compartibles.
Fusión -Separatividad
Otra paradoja fundante es la que tiene que ver con la constitución de un vínculo que incluye fusión y separatividad. La fusión anula la distancia entre dos yoes y crea un vínculo, y al mismo tiempo sin distancia no hay vínculo. Esta paradoja da lugar, cuando no es tolerada como factor dinámico de crecimiento vincular, a funcionamientos pasionales o enloquecedores. Hay que estar separados y estar pegados para estar juntos. Además, sin diferencia entre los dos polos del vínculo, sin separatividad, sin que el otro ocupe el lugar de otro posible o conveniente, no hay vínculo.
Es entonces factible plantear que fusión-separatividad, imprescindible-posible, son pares opuestos a los que postulo como condición del vínculo.
El componente pasional del vínculo engendra la ilusión de imprescindibilidad. El objeto del deseo se torna objeto de la necesidad. Lo que fue elección se torna imposición. Por otra parte sin este elemento pasional, fusional, no hay pareja matrimonial. Sin idealización no hay enamoramiento y la idealización ya en sí conlleva una distorsión vincular donde prima lo fantasmático.
Muchos síntomas de la pareja provienen de la imposibilidad de resolver la siguiente disyuntiva. Que el otro sea como el propio yo, o que se sepa todo de él, y simultáneamente que el otro sea diferente y que no se sepa cómo es. “Decime lo que pensás, pero yo sé que lo que me decís no es lo que pensás”. “Sin tí no puedo vivir y contigo me voy muriendo”.
Muchas veces las parejas mantienen el siguiente discurso. Uno de los dos habla de lo que que siente y el otro le dice que no es verdad, que no puede ser que sienta así, y que por lo tanto siente otra cosa. ¿Es posible que un sujeto le diga a otro que lo que dice sentir no es porque debe sentir otra cosa? Roussillon (ibid) llama a esta modalidad una com unicación mistificadora donde se descalifica la autopercepción y se otorga al que descalifica el derecho de probar la veracidad de la misma. Fusión y separatividad sostienen esta descalificación.
Veamos otra manera de manifestarse la dificultad de aceptar la separatividad y la fusión.
Es frecuente que los miembros de una pareja afirmen verdades opuestas y sin embargo tengan razón, teniendo como consecuencia un profundo malestar debido al supuesto de fusión.
Verdades opuestas provienen de diferentes puntos de vista, de diferentes momentos o de diferentes registros. No debieran producir malestar si no hubiera un presupuesto de unicidad.
Nuevamente el origen del malestar es la negación de la paradoja como condición necesaria para la permanencia de un vínculo.
Para que se establezcan paradojas enloquecedoras o pervertizantes será necesario poner en funcionamiento de una manera dada las que otrora hayan sido paradojas estructurantes sufriendo ahora una alteración.
Un indicador de la perturbación cuyo origen es la paradoja puede encontrarse en una convicción compartida acerca de la necesariedad de la presencia simultánea de las afirmaciones contradictorias.
Otro indicador es el armado de sistemas cerrados donde se interrumpe la conexión con el afuera, o sea con todo mensaje que transmitiera otros significados. Algunas técnicas conductistas intentan producir brechas en los sistemas cerrados.
Otro indicador es la vivencia de “sin salida”.
Una dificultad para el aparato psíquico es admitir que para “ser” es necesario un otro y es necesario pertenecer a un vínculo. Complementariedad y semejanza conllevan a la constitución de un vínculo, pero al mismo tiempo dicha complementariedad y dicha semejanza tienden a anular la bidireccionalidad del vínculo.
Robar -Recibir; Dar lo que le Arrancan
Otra paradoja fundante que proviene del tipo de intercambio necesario para que los esposos se transformen en tales se refiere a la compleja situación en la que se debe robar a otro lo que el otro quiere dar .
Pasemos ahora a estudiar otra paradoja proveniente del cómo en el trayecto edípico una hija y un hijo se tornan esposo y esposa. Acá hay un doble movimiento. El que quiere devenir esposo debe querer robarle la hija a un padre y simultáneamente proponerse como receptor de un don. El padre debe aceptar que le robe la hija y al mismo tiempo debe desear entregarla.
La hija debe desear separarse del padre pero solo lo puede hacer mediante una amenaza que es la de quedar, si no abandona a su padre, definitivamente ligada a él en un vínculo frustrante y seductor. Que le roben lo que quiere entregar, que deba robar lo que le es entregado, se torna situación paradojal.
Este movimiento complejo sostenido por un dar, recibir, robar puede hacer síntoma de múltiples maneras. Una de ellas es “si te lo pido y me lo das, no lo quiero porque necesito quitártelo, si me lo das cuando no te lo pido me siento obligada/o, si me obligas a aceptar lo que deseo quedo definitivamente alejado del reproche, lo que me aleja de un estado narcisista ilusorio con su cualidad maravillosa”.
Las mencionadas son del orden de las paradojas constitutivas.
En ellas la oposición, si bien es irreductible, puede tener una solución en otro tiempo o en diferentes contextos. Lo que la hace parecer irreductible es la simultaneidad.
Ser libre y obedecer simultáneamente no es posible mientras que ser libre de obedecer es posible puesto que conseguiría que dentro de un marco y reglas estables las combinaciones sean prácticamente infinitas.
Las paradojas enloquecedoras encierran una doble exigencia contradictoria y una exigencia de simultaneidad. Que el otro esté en un dado lugar, tiempo o estado emocional cuando por su modalidad emocional, sus obligaciones, o sus capacidades le es imposible. Que el vínculo incluya simultáneamente fusión (sé todo del otro) y separatividad (el otro es un no conocido).
Exigir al otro que esté donde no puede estar asegura al Yo que no ha dañado, que no domina al otro, que por lo tanto el vínculo se mantiene, que el otro es autónomo, lo que lleva a reprocharle su autonomía y a desear dominarlo.
Viñeta Clínica
Juan debe llegar a las 20 hs para cenar pero es sabido que su trabajo no le permite programar un regreso a su casa a hora fija. Marta se siente orgullosa del trabajo de Juan. Pero dice que la armonía familiar depende de la hora de llegada de Juan. Juan se siente culpable e intenta arreglar sus horarios pero, al sentirse culpable por algo no realizado, experimenta malestar y llega reprochando o de mal humor. Ella necesita que él esté para conformar una
ilusión de familia ideal y de lo contrario se siente fracasada. El se siente culpable por su entusiasmo laboral que es vivido como abandono por Marta. Marta no siente entusiasmo por nada y no puede soportar el entusiasmo de Juan; si bien necesita de su entusiasmo Juan debe ser exitoso para conformar el ideal de Marta. Pero entonces no está a las 20 hs. Si hace un esfuerzo denodado para estar, Marta triunfa sobre él y en ese mismo momento fracasa su ideal pues dejó de ser inaccesible a su dominio. Juan al sentirse culpable de algo irracional y no cometido busca el castigo o maltrata. Por lo tanto cuando llega a las 20 hs se duerme o está silencioso o por lo contrario intenta contar cuestiones atinentes a su trabajo, lo que es vivido por Marta como una demostración más de su propia inutilidad.
El la impotentiza con sus éxitos y al mismo tiempo ella lo necesita exitoso para ser.
Ella lo impotentiza con sus exigencias y al mismo tiempo él la necesita exigente para ser valorado por ella.
Esta anécdota parece caricaturesca y no lo es. Encierra algunas de las paradojas mencionadas. Dar lo que le roban, robar lo que le quieren dar. Fusión que incluye imprescindibilidad. Juan debe estar; separatividad: Juan tiene su propia vida. Obligación de ocupar un lugar en el sistema familiar y obligación de elegir cómo hacerlo desde deseos simultáneamente coincidentes y contrarios.
Una pareja discute acerca de una decisión que él tomó sin consultarla ni hacerla participar.
Ella se siente excluida y considera que debería haber sido invitada a participar. El no entiende puesto que la decisión concernía tan solo a un asunto que era de su única incumbencia. Ella dice que entonces va a tomar una decisión también. El le dice que ella es dura e intolerante. Ella le dice que así no es, que ella tiene motivos y que no se siente tomada en cuenta. Ella siente que él tendría que haberla invitado y entonces ella decidiría. Pero no es cierto que ella sea dura.
¿Cómo puede ella decirle a él que no la vea dura y que no es cierto? Puede en todo caso no concordar pero no puede descalificar la percepción de su esposo. En el mismo sentido le niega toda posibilidad de decidir algo fuera de su conocimiento. Reconoce que tiene ella su vida propia y que por eso tendría que poder decidir si quiere ir o no, pero no lo puede hacer puesto que no puede tampoco participar porque de hacerlo espontáneamente ocuparía un lugar que quiere que le sea dado por él. Acá se han puesto en actividad dos paradojas. La necesidad que le den lo que quiere robar y la fusión-separatividad según la cual debería haber una sola manera de sentir y pensar .
A manera de conclusión
Lo que intenté poner de relieve es que las paradojas fundantes no se resuelven por definición, pero tienen consecuencias que abren una puerta técnicamente al ser posible develar los significados con los que se revisten. El “sin salida” de una paradoja tiene salidas siempre y cuando nos da acceso a la comprensión del inconciente vincular. Pero a veces una salida del “sin salida” suele llevar a anular uno de los elementos paradojales, exigiendo a nivel vincular el total sometimiento de un Yo o desmentida de sus propios sentimientos.
Otra solución de las paradojas la constituye todo lo atinente a la creatividad y al humor.
Es así como muchas tiras cómicas dan cuenta de las paradojas de la vida cotidiana.
Para nosotros, nos queda ahondar en el tema de las oscilaciones inevitables de la vida cotidiana de las parejas.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Roussillon, René. (1991) Paradoxes et Situation Limites de la Psychanalyse Paris P.U.F. Ed
* Psicoanalista en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA.) – Miembro fundador de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo (AAPPG) – Autora de profuso material teórico.
Email: janinep@fibertel.com.ar
** Parte de este trabajo fue leido como Conferencia en las Jornadas de Asociación de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares. Córdoba. Argentina. Junio 1992 – Publicado en la Revista Argentina de Clínica Psicológica II (1993) pp. 58-67- 1993 AIGLE – CENTRO DE ESTUDIOS HUMANOS.
Fuentes: página de enigmapsi [consultado febrero 2011]
La imagen pertenece a Thomas Fedro Título:”1,2,3…”30