En estos últimos días en los medios de comunicación han circulado noticias conmovedoras respecto al asesinato de menores, que son víctimas de situaciones de violencia familiar. Aunque no se llegue a tales tragedias, pareciera que dichas realidades se repiten cotidianamente. Como profesionales de Salud Mental y desde una perspectiva preventiva, nos corresponde analizar las mismas y tratar de entender los mecanismos subyacentes a tales situaciones y darlos a conocer a la población en genera para que cuenten con herramientas para detectar precozmente cuando una situación comienza a ser patológica Si bien cada caso es singular, y no puede generalizarse, hay ciertos puntos que parecen ser comunes y que conviene analizar.
Para comenzar, se debe tener en cuenta que algunas relaciones de pareja no son sanas; cuando hay falta de comunicación, de respeto hacia la otra persona, cuando existen distintas formas de maltrato, de desvalorización, de agresión verbal o física, estamos en presencia de una“relación de pareja patológica” y no de una “mala relación de pareja” que implica minimizar el problema; lo mismo puede trasladarse al ámbito de las relaciones familiares. Debe dejarse en claro, que bajo ningún concepto se deben admitir agresiones físicas en dichas vinculaciones y menos aún naturalizar la violencia.
Muchas veces se interpreta como “mal carácter” o “nerviosismo” a conductas que corresponden a patologías mentales que revisten peligrosidad hacia los demás; de ese modo se justifica el accionar violento y se espera que “el otro cambie”. Ese otro no va a cambiar, a no ser que inicie un tratamiento adecuado, el amor o la buena voluntad de la pareja o del familiar no lo van a hacer cambiar. Una persona que ama a otra jamás le hace daño. Cuando en la familia hay niños los entornos violentos dejan una marca importante en su subjetividad, en la constitución de su psiquismo.
En dichos contextos, además de relaciones patológicas habitualmente existen dificultades emocionales serias en uno de los miembros de la pareja; distintos tipos de adicciones, de formas de impulsividad. También cabe recordar que algunas personas presentan características psicopáticas o manipuladoras; el Dr. Hugo Marietán, quien ha realizado una investigación sobre dichas personalidades, establece que a través del relato de sus pacientes él se h
– Interés en tener el poder sobre la otra persona, controlarla y dominarla.a encontrado con “psicópatas cotidianos” y sus parejas “los complementarios”. Dicho autor menciona características de estas personalidades, siendo interesante resaltar algunas de ellas que deben tenerse en cuenta para reconocer su funcionamiento:
– Conocimiento minucioso del otro, saben cuál es el punto débil
– Escaso o nulo nivel de empatía, no se ponen en el lugar del otro.
– Pueden ser seductores, tener alto nivel de actuación, mentir reiterada y abiertamente.
– No sienten culpa.
– Pueden ser viole
ntos y vengativos, instalar el miedo en la otra persona.
– Consiguen generar relaciones adictivas, donde el otro siente que sin él no puede vivir.
– Suelen ser egocéntricos.
– Toman la energía de otros, los opacan, les impiden el desarrollo.
Debe aclararse que no existe una cuestión de género, puede darse tanto en hombres como en mujeres, y además hay distintos grados de psicopatía desde casos leves hasta más severos que incluyen graves transgresiones a la ley.
Es importante tomar con seriedad y a tiempo, las dificultades que pueden presentarse en las relaciones dentro de la pareja y/o familia, esto es frenar oportunamente situaciones que pueden volverse inmanejables. La primer sugerencia es “hablar de eso que pasa” con alguien de confianza, poder expresarlo, ya que por lo general se lo oculta.
Posteriormente buscar información, se debe pensar que existen alternativas posibles, que se puede salir de esa situación, que se puede recurrir a una ayuda profesional. Lo que no debe hacerse es callar y soportar.
Imagen: Pinned from Jenna Hedges-Paul.