Por Ps. Silvia Vecchio
Resulta interesante iniciar estas reflexiones con una cita del filosofo francés Gilles Deleuze: ”No es que el cuerpo piense, sino que obstinado, terco, el fuerza a pensar, y fuerza a pensar lo que se escapa al pensamiento: la vida”.
En las conversaciones de la personas acerca de sus padecimientos físicos, últimamente, apareen con mas frecuencia explicaciones que hacen referencia a un reconocimientos de la importancia de los factores emocionales en el desencadenamiento o exacerbación de la enfermedades orgánicas y las consecuencias psicológicas de la mismas.
Así alguien puede asociar la ansiedad por los exámenes a alteraciones digestivas, o el tan remanido “estrés” como detonante de bajas defensas que conlleva contraer enfermedades, o el duelo por un ser significativo vincularse a la aparición de una enfermedad grave como el cáncer.
Desde la noción freudiana de Neurosis Actuales en adelante tanto la psicología como el psicoanálisis trataron de determinar la importancia de estos factores surgiendo la “psicosomática” para dar cuenta de esta área interdisciplinaria
El surgimiento de PNEI (Psiconeuroinmunoendcrinologia), rama de la Medicina que tiene por objeto el estudio de las interrelaciones entre los sistemas de control que provee el organismo humano: el psicológico, el neurológico, el endocrinológico y el inmunológico expresa también el esfuerzo de considerar la incidencia de los aprendizajes emocionales, en las reacciones somáticas de la conducta humana.
Desde las disciplinas psicológicas surgieron distintas corrientes explicativas acerca de porque enfermamos. Algunas de ellas, mas deterministas pusieron el énfasis en los factores internos o endogenos ; otras realzaron los factores externos o exógenos, excluyendo la subjetividad, la emocionalidad de cada persona.
Estas teorías se sustentan sobre una concepción dualista de la enfermedad, polarizando cuerpo-mente.
Desde otra perspectiva, y pensando al ser humano como una unidad indivisible, desde una concepción de complejidad, el Dr Rubén Zuckerfeld desarrolla el concepto de “vulnerabilidad” en el que plantea que para cada caso existen diferentes proporciones de factores endogenos o exógenos en determinados momentos, saliendo así del determinismo pesimista y de la ingenuidad de lo azaroso.
Este concepto incluye ciertas variables que actúan entre si influyéndose y potenciándose, a saber: sucesos traumáticos, red vincular, calidad de vida, todos ellos con un potencial inespecífico, y factores genéticos biológicos con un potencial especifico.
Este concepto se convierte en una herramienta interesante ya que permite articular un sinnúmero de datos para la comprensión de cualquier cuadro clínico.
Dentro de las variables descriptas es destacable la importancia de la red vincular. Los vínculos contenedores o no entre las personas y la pertenencia a una red social son factores que aumentan o disminuyen la eficacia traumática de los sucesos de la vida de las personas En este sentido se ha observado que existe una relación inversa entre vulnerabilidad y red social y calidad de vida.: disminuye cuando la red social y la calidad de vida mejoran
El Dr Ernesto Liendo desde su Modelo Dinámico Proactivo, nos responde que cuando un sujeto enfrenta un problema que no puede resolver con los recursos con los que habitualmente los enfrenta, se produce en el, una crisis de incompetencia.
Los recursos con los que contamos provienen del aprendizaje que hemos realizado en nuestro ambiente originario, es decir en nuestras familias desde pequeños. En este sentido el Dr Carlos Soria nos dice: “Vivir una infancia dichosa o miserable, depende de los dioses que rodean nuestras cunas, de la primera mano” Mas adelante agrega “Y con este bagaje habremos de negociar nuestra existencia”.
De este aprendizaje se desprende el grado de flexibilidad o rigidez con el que encararemos nuestras vidas y los problemas que ella nos va planteando así como el modo en que elaboramos nuestras crisis.
Estas serán una oportunidad para crecer y ganar en experiencias, o por el contrario nos acarreara el peligro de enfermar.
En el primer caso hablamos de amplitud, flexibilidad y fluidez de recursos de todo tipo: intelectuales, emocionales y instrumentales. De los avatares de la vida aprenderemos y nos enriquecerán y fortalecerán (resiliencia).
En otro caso, si el bagaje es rígido, estereotipado y escaso la capacidad de soportar determinadas situaciones se minimiza, nos vulnerabilizara.. La ansiedad aumenta, el ser humanos se desorganiza y aparecen síntomas.
La vulnerabilidad esta planteada así como una “disposición” a enfermar y alude a un modo de funcionamiento deficitario que deriva en modos insolventes de resolución de los problemas.
Puede darse en sujetos médicamente sanos o enfermos de cualquier patología, influyendo en su pronóstico la emocionalidad intrínseca en ellos.
Los VA (vulnerable asintomático), son aquellos que no padecen una enfermedad medica, pero presentan factores que se describen como de riesgo.
Los VS (vulnerable sintomáticos) son sujetos que pueden considerarse como enfermos ya que presentan síntomas que configuran un diagnostico y componentes subjetivos que se refieren al significado individual y social de esa enfermedad.
Dentro de estos últimos describimos diferentes síndromes somáticos según su complejidad:
Los sujetos agrupados en 1 y 2, son los pacientes que generalmente consultan, se diagnostican y tratan por consultorio externo.
Los agrupados en 3, son aquellos que en muchas ocasiones requieren un abordaje de mayor complejidad, que incluye en muchos casos la internación y la intervención quirúrgica.
La internación, ciertos actos medico utilizados como valor diagnostico, el proceso quirúrgico, etc (estrés hospitalario) aumentan la vulnerabilidad del paciente, que como veníamos diciendo se encuentra de por si en un proceso desorganizativo y por tanto debilitado.
La enfermedad instalada afecta no solo a la persona que la padece sino también a su grupo familiar, o más ampliamente, a todas aquellas personas que se vean afectadas por su empeoramiento o su mejoría.
En ocasiones lesiona la calidad de vida y por tanto aumenta la vulnerabilidad, ya no solo del nominado paciente sino también de su grupo familiar.
Estos motivos justifican un abordaje multidimensional de la problemática de la enfermedad somática.